Las Tristes y las Pónticas, o Roma a orillas del Mar Negro

Tra­ducido del fran­cés

Érase una vez, bajo el rei­nado de Augus­to, un hom­bre que po­día creerse col­ma­do: Pu­blius Ovidius Naso, lla­mado Ovidio. Poeta de moda en el be­llo siglo de la poesía la­ti­na, lu­sor amo­rum (can­tor de los amo­res), su pluma jugue­tona ha­bía con­quis­tado Roma y su fa­ci­li­dad para ha­cer ver­sos era prodigio­sa: «in­ten­taba es­cribir en prosa, pero las pa­la­bras ve­nían a co­lo­carse tan jus­ta­mente en la me­di­da, que lo que es­cribía eran ver­sos». For­tu­na, na­ci­mien­to, amigos ilus­tres, una casa co­lin­dante con el Capito­lio, nada le fal­taba a este ca­ba­llero ro­mano que dis­frutaba de una vida más se­gura y más cómoda que nun­ca.

Sin em­bar­go, una ma­ñana del año 8 de nues­tra era, cuando Roma des­per­tó, una si­nies­tra no­ti­cia re­co­rrió las ca­lles: el niño que­rido de las mu­sas, en­ton­ces cin­cuen­tón, aca­baba de par­tir bajo es­colta im­pe­rial. No ha­cia un re­tiro do­rado en al­guna ribera cle­men­te, sino ha­cia una relegatio (a­sig­na­ción a re­siden­cia)1La relegatio (a­sig­na­ción a re­siden­cia), aun­que pa­re­cién­dose al exilium (e­xi­lio), se dis­tin­guía de él ju­rídi­ca­men­te: no con­llevaba ni pér­dida de la ciu­da­da­nía ni con­fis­ca­ción de bienes. Ovidio, a quien se ha­bía he­cho gra­cia en es­tos dos as­pec­tos, te­nía cui­dado de pre­ci­sar que era por abuso que sus con­tem­po­rá­neos lo ca­lifi­ca­ban de exi­lia­do: quippe rele­ga­tus, non exul, di­cor in illo (no se dice que esté exi­lia­do, sino so­la­mente rele­ga­do). Pero ¿para qué ob­ser­var una dis­tin­ción que no ha­cía más que por punto de ho­nor? Él mismo se ha libe­rado de ella: a pa­tria fugi vic­tus et exul ego (yo ven­cido y fugiti­vo, me veo exi­liado de mi pa­tria); exul eram (es­taba en el exi­lio). en To­mes2La ac­tual Cons­tanza en Ru­ma­nía., al­dea gla­cial en el ext­remo límite del im­pe­rio, a ori­llas inhós­pitas del Mar Ne­gro.3Salu­dando una úl­tima vez el Capito­lio, el exi­liado pro­nun­ció es­tos adio­ses que Goe­the hará suyos en el mo­mento de su pro­pia par­tida de la Ciu­dad eter­na: «Gran­des Dio­ses que ha­bitáis este tem­plo augusto tan ve­cino de mi ca­sa, y que mis ojos de ahora en adelante no ve­rán más; […] vo­so­t­ros a quie­nes es ne­ce­sa­rio que deje, […] des­car­gad­me, os sup­li­co, del odio del Cé­sar; es la única gra­cia que os pido al par­tir. De­cid a ese hom­bre divino qué error me se­dujo, y ha­cedle co­no­cer que mi falta nunca fue un cri­men».

El Misterio de la desgracia

¿Cuál fue la causa de esta relegatio sin jui­cio, por la sola vo­lun­tad de Augus­to, y qué ra­zón tuvo este prín­cipe para pri­var a Roma y a su corte de tan gran poeta para con­fi­narlo en­tre los ge­tas? Es lo que se ig­nora y lo que se ig­no­rará siem­pre. Ovidio evoca un car­men et error (un poema y una im­pruden­cia), mur­murando enig­má­ti­ca­men­te:

«¡Ah! ¿por qué vi lo que no debía ver? ¿Por qué mis ojos se vol­vie­ron cul­pa­bles? ¿Por qué, en fin, por mi im­pruden­cia, co­nocí lo que nunca debía co­no­cer?»

Ovidio. Les Élégies d’Ovide pen­dant son exil [t. I, Élégies des Tris­tes] (Las Ele­gías de Ovidio du­rante su exi­lio [t. I, Ele­gías de las Tris­tes]), trad. del la­tín por Jean Ma­rin de Ker­vi­llars. Pa­rís: d’Houry fils, 1723.

Si El Arte de amar, pu­bli­cado una década an­tes, fue el carmen o el pre­texto ofi­cial, el error o la falta ver­da­dera per­ma­nece un enigma se­llado en la tumba del poe­ta:

«El cri­men de Ovidio era in­con­tes­ta­ble­mente ha­ber visto algo ver­gon­zoso en la fa­mi­lia de Oc­tavio […]. Los doc­tos no han de­cidido si ha­bía visto a Augusto con un joven mu­cha­cho […]; o si ha­bía visto a al­gún es­cu­dero en­tre los bra­zos de la em­pe­ra­triz Li­via, con quien ese Augusto se ha­bía ca­sado es­tando ella en­cinta de ot­ro; o si ha­bía visto a ese em­pe­ra­dor Augusto ocupado con su hija o su nie­ta; o fi­nal­mente si ha­bía visto a ese em­pe­ra­dor Augusto ha­ciendo algo peor, torva tuen­ti­bus hir­cis [bajo las mi­ra­das tor­vas de los ma­chos ca­bríos].»

Vol­tai­re. Œuvres com­plètes de Vol­tai­re, vol. 45B, […] D’Ovide, de So­c­rate […] (Obras com­ple­tas de Vol­tai­re, vol. 45B, […] De Ovidio, de Só­c­ra­tes […]). Oxford: Vol­taire Foun­da­tion, 2010.

Ol­vide­mos pues las hipóte­sis tan nu­me­rosas como ext­ra­ñas de quie­nes quie­ren a cual­quier pre­cio adivi­nar un se­creto de dos mi­le­nios. Basta con sa­ber que, en los tor­men­tos del exi­lio, en los so­llo­zos del ais­la­mien­to, Ovidio no en­contró otro re­curso que su poesía, y que la em­pleó en­tera para aman­sar a un em­pe­ra­dor del que se ha­bía atraído el ren­cor. «Los Dio­ses se dejan a ve­ces do­ble­gar», se de­cía. De ahí na­cie­ron las Tristes (Tristia)4For­mas re­cha­za­das:
Los Cinco Libros de las Tris­tes.
Tris­tium libri qu­in­que (V).
De Tris­tibus libri qu­in­que (V).
y las Pónticas (Epis­tulæ ex Ponto)5For­mas re­cha­za­das:
Car­tas del Ponto.
Ele­gías es­critas en la provin­cia del Ponto.
Los Cua­tro Libros de epís­to­las es­critas en la provin­cia del Ponto.
Pon­ticæ epis­tolæ.
De Ponto libri qua­tuor (IV).
.

Crónica de un invierno eterno: El Drama de Tomes

Las ele­gías de Ovidio du­rante su exi­lio son el dia­rio de un hom­bre per­dido lejos de los suyos, lejos de una civi­liza­ción de la que fue an­taño el más ama­ble repre­sen­tan­te; una larga dep­lora­ción di­rigida a su es­po­sa, a sus amigos que per­ma­ne­cie­ron en Roma y a un po­der im­pla­ca­ble del que es­pera en vano la cle­men­cia. To­mes se pre­senta allí bajo el as­pecto de una «tie­rra llena de amar­gura», siem­pre azo­tada por los vien­tos y por el gra­nizo de un in­vierno eter­no, y donde el vino mis­mo, «pe­trifi­cado por el frío», se con­gela en hielo que hay que cor­tar con ha­cha. El poeta se siente allí un ext­ran­jero ab­so­luto; un pri­sio­nero que des­aprende a ha­blar la­tín en me­dio de pa­la­bras bár­ba­ras y ho­rribles gritos de ge­tas:

«se con­ver­san unos con ot­ros en una len­gua que les es co­mún; pero yo, no puedo ha­cerme en­ten­der más que por ges­tos y señas; paso aquí por bár­ba­ro, y [es­tos] ge­tas im­per­ti­nen­tes se ríen de las pa­la­bras la­ti­nas.»

Ovidio. Les Élégies d’Ovide pen­dant son exil [t. I, Élégies des Tris­tes] (Las Ele­gías de Ovidio du­rante su exi­lio [t. I, Ele­gías de las Tris­tes]), trad. del la­tín por Jean Ma­rin de Ker­vi­llars. Pa­rís: d’Houry fils, 1723.

Frente a la adversidad

¿De dónde sacó Ovidio el va­lor ne­ce­sa­rio para so­por­tar una ad­ver­si­dad tan cruel? De la es­critura:

«[Si us­te­des me] pre­gun­tan so­bre lo que hago aquí, les diré que me ocupo de es­tudios poco úti­les en apa­rien­cia, y que sin em­bargo tie­nen su uti­li­dad para mí; y cuando solo sir­vie­ran para ha­cerme ol­vi­dar mis des­gra­cias, no se­ría una ven­taja me­dio­c­re: de­ma­siado feliz si, cul­ti­vando un campo tan es­té­ril, ob­tengo de él al me­nos al­gún fruto.»

Ovidio. Les Élégies d’Ovide pen­dant son exil, t. II, Élégies pon­tiques (Las Ele­gías de Ovidio du­rante su exi­lio, t. II, Ele­gías pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Jean Ma­rin de Ker­vi­llars. Pa­rís: d’Houry, 1726.

Por lo de­más, el an­ti­guo dandi ro­mano no ha des­apa­re­cido en­te­ra­men­te: ele­gan­cia, ras­gos rebus­ca­dos, com­pa­ra­cio­nes más in­ge­nio­sas que só­li­das per­sis­ten, a ve­ces hasta el exce­so. Quin­ti­liano ya lo juz­gaba me­nos ocupado de sus pro­pias des­gra­cias, que ama­tor in­ge­nii sui (e­na­mo­rado de su pro­pio ge­nio). Se­gún Sé­neca el pa­dre, Ovidio co­no­cía «lo que ha­bía de exu­be­rante en sus ver­sos», pero se aco­mo­daba a ello: «De­cía que un ros­tro a ve­ces se vuelve mu­cho más bo­nito por un lu­nar». Esta cons­tan­cia en dar al­gún giro a sus pen­sa­mien­tos, al­gún «lunar», a la ma­nera fran­cesa — «se di­ría casi que na­ció en­tre no­so­t­ros», nota el tra­duc­tor Jean Ma­rin de Ker­vi­llars — es la marca úl­tima de su per­so­na­li­dad, el re­chazo con­fe­sado de dejar que el aleja­miento de la capital aniquile al ar­tis­ta. Y des­pués de ha­ber des­crito tan a me­nudo ese aleja­miento como una es­pe­cie de muer­te, ter­mina por en­con­trar Roma a ori­llas del Mar Ne­gro, con­cluyen­do: «el país donde la suerte me ha co­locado debe ocupar el lugar de Roma. Mi musa des­di­chada se con­tenta con este tea­tro […]: tal es el be­nep­lácito de un Dios po­de­ro­so.»6Más re­sig­nado que re­suel­to, no llegó a ins­cribir en el din­tel de su puer­ta, como hará Hugo, EXI­LIUM VITA EST (EL EXI­LIO ES LA VIDA o LA VIDA ES UN EXI­LIO).


Para profundizar

En torno a las Pónticas

Citas

«Cer­nis ut in du­ris — et quid bove fir­mius? — ar­vis
For­tia taurorum cor­pora fran­gat opus.
Quæ numquam va­cuo so­lita est ce­ssare no­vali
Fruc­tibus ad­siduis la­ssa senes­cit humus.
Oc­cidet, ad circi si quis cer­ta­mina sem­per
Non in­ter­mis­sis cur­sibus ibit equ­us.
Firma sit illa li­cet, sol­ve­tur in æquore na­vis
Quæ numquam liquidis sicca ca­rebit aquis.
Me quoque debi­litat se­ries in­mensa ma­lo­rum
Ante meum tem­pus co­git et esse senem.»

Epis­tulæ ex Ponto en Wiki­so­urce la­ti­na, [en lí­nea], con­sul­tado el 2 de no­viem­bre de 2025.

«Ved cómo los bue­yes que han la­brado lar­ga­mente tie­rras fuer­tes sucum­ben fi­nal­mente a un tra­bajo tan ru­do: sin em­bar­go, ¿qué hay más fuerte que un buey? Una tie­rra que nunca se ha repo­sado se agota fi­nal­mente a fuerza de producir to­dos los años. Un ca­ba­llo que se haga ser­vir con­ti­nua­mente y sin des­canso en los com­ba­tes del circo sucum­birá fi­nal­mente en me­dio de su ca­rre­ra. Un na­vío, por bueno que sea, si está siem­pre en el agua, se abre fi­nal­mente y se des­truye por sí mis­mo. Es así como una larga se­rie de ma­les me agota, me debi­lita y me hace en­veje­cer an­tes de tiem­po.»

Ovidio. Les Élégies d’Ovide pen­dant son exil, t. II, Élégies pon­tiques (Las Ele­gías de Ovidio du­rante su exi­lio, t. II, Ele­gías pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Jean Ma­rin de Ker­vi­llars. Pa­rís: d’Houry, 1726.

«Mira cómo los tra­bajos pe­no­sos de los cam­pos rom­pen el cuerpo robusto de los bue­yes; y sin em­bar­go, ¿qué hay más fuerte que el buey? La tie­rra, cuyo seno está siem­pre fe­cun­do, se agota, fa­ti­gada de producir sin ce­s­ar; pe­re­ce­rá, el cor­cel que se hace lu­char sin des­canso en los com­ba­tes del cir­co; y el na­vío cuyos flan­cos siem­pre hú­me­dos nunca se ha­brán se­cado en la pla­ya, por só­lido que sea por lo de­más, se en­trea­brirá en me­dio de las olas. Es así como debi­litado yo mismo por una se­rie de ma­les in­fi­nitos, me siento en­veje­cido an­tes de tiem­po.»

Ovidio. Œuvres com­plètes. […] Les Tris­tes; Les Pon­tiques […] (Obras com­ple­tas. […] Las Tris­tes; Las Pón­ti­cas […]), trad. del la­tín por Char­les Ni­sard. Pa­rís: J.-J. Du­bo­chet et Cie, col. «Co­llec­tion des auteurs la­tin­s», 1838.

«¿No ves cómo los du­ros tra­bajos de los cam­pos des­gas­tan el cuerpo po­tente de los toros? ¿Qué hay sin em­bargo más re­sis­tente que un buey? A falta de gozar pe­riódi­ca­mente del reposo del bar­be­cho, la tie­rra fa­ti­gada por las co­se­chas con­ti­nuas co­noce ella misma el en­veje­ci­mien­to. Igual­men­te, el ca­ba­llo mo­rirá que tome parte en to­das las com­pe­ti­cio­nes del circo sin omitir nunca una ca­rre­ra, y por só­lido que sea, el na­vío se abrirá en el mar, si nunca es sus­traído al ele­mento líquido y co­locado en dique se­co. Y yo, pa­re­ci­da­men­te, esta suce­sión in­fi­nita de ma­les me des­gasta y hace de mí un an­ciano an­tes de la hora.»

Ovidio. Les Tris­tes; Les Pon­tiques; Ibis; Le No­yer; Ha­lieutiques (Las Tris­tes; Las Pón­ti­cas; Ibis; El No­gal; Ha­liéuti­ca­s), trad. del la­tín por Émile Ripert. Pa­rís: Gar­nier frères, col. «Cla­s­siques Gar­nie­r», 1937.

«Ves cómo, en las tie­rras di­fí­ci­les, el tra­bajo abate los cuer­pos robus­tos de los toros — ¿y qué hay más re­sis­tente que un buey? La tie­rra que nunca ha co­no­cido el reposo del bar­be­cho en­veje­ce, agotada por una in­ce­sante produc­ción. Mo­ri­rá, el ca­ba­llo que tome parte en to­das las com­pe­ti­cio­nes del circo sin omitir una ca­rre­ra. Por só­lido que sea, se dis­lo­cará en el mar, el na­vío que nunca haya sido re­ti­rado del ele­mento líquido y dejado en se­co. Yo tam­bién, una se­rie in­fi­nita de des­gra­cias me agota y hace de mí un an­ciano an­tes de la hora.»

Ovidio. Pontiques (Pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Ja­cques An­dré. Pa­rís: Les Be­lles Le­tt­res, col. «Co­llec­tion des Univer­sités de Fran­ce», 1977.

«Ves cómo, en las tie­rras di­fí­ci­les, la fa­tiga rompe el cuerpo robusto de los bue­yes; y sin em­bar­go, ¿qué hay más fuerte que el buey? La tie­rra que no se deja nunca ocio­sa, nunca en bar­be­cho se agota, fa­ti­gada de producir sin ce­sar. Pe­re­cerá el cor­cel que, sin des­can­so, sin in­ter­va­lo, tome siem­pre parte en los com­ba­tes del cir­co. Por só­lido que sea un na­vío, pe­re­ce­rá, si nunca está en se­co, si está siem­pre mo­jado por las olas. Y yo tam­bién, una se­rie in­fi­nita de ma­les me debi­lita y me en­vejece an­tes de tiem­po.»

Ovidio. Œuvres com­plètes d’Ovide, t. X, [Pon­tiques] (Obras com­ple­tas de Ovidio, t. X, [Pón­ti­ca­s]), trad. del la­tín por Ma­rie Ni­co­las Joseph Ca­res­me. Pa­rís: C.-L.-F. Pan­ckoucke, col. «Biblio­thèque la­ti­ne-françai­se», 1836.

«Veis cómo los bue­yes que son los más fuer­tes de los anima­les se fa­ti­gan en el la­bo­reo, y cómo los cam­pos que no se dejan repo­sar, sino que es­tán siem­pre sem­bra­dos, se can­san fi­nal­mente de producir gra­nos. Se revienta fi­nal­mente un ca­ba­llo, si se le hace co­rrer en los jue­gos del cir­co, sin darle des­can­so. Por bueno que sea un na­vío, no dejará de ha­cer agua, si nunca se pone en se­co. Yo es­toy igual­mente debi­litado por los ma­les in­fi­nitos que sufro, y he en­veje­cido an­tes de tiem­po.»

Ovidio. Les Œuvres (Las Obra­s), trad. del la­tín por Étienne Al­gay de Mar­tig­nac. Lyon, 1697.

«Sa­bes que, cuando las tie­rras son du­ras, los bue­yes de cuerpo vigoroso
(¿Y qué hay más vigoroso que un bue­y?) se agotan en la ta­rea;
Un suelo que nunca ha sido puesto en bar­be­cho en­veje­ce,
Agotado por cons­tan­tes co­se­chas;
Si un ca­ba­llo par­ti­cipa fre­cuen­te­mente en los con­cur­sos del circo
Sin que se es­pa­cien las ca­rre­ras, mo­ri­rá;
Un na­vío por más só­lido que sea, naufragará si nunca ha sido
Puesto en se­co, apar­tado de la hu­me­dad.
Yo tam­bién, es­toy pa­ra­li­zado por un largo en­ca­de­na­miento de des­gra­cias
Que me vuel­ven se­nil an­tes de tiem­po.»

Ovidio. Les Tris­tes; Les Pon­tiques (Las Tris­tes; Las Pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Da­nièle Robert. Ar­les: Ac­tes Sud, col. «Ba­be­l», 2020.

«Sa­bes cuánto se agotan en los cam­pos los anima­les
(Y las bes­tias de car­ga, sin em­bar­go, son du­ras al mal)
La tie­rra exte­nuada por las co­se­chas fre­cuen­tes
Sin bar­be­cho en­vejece
Y el ca­ba­llo mo­rirá
Si par­ti­cipa en to­das las ca­rre­ras del circo
Tanto va el remo al agua, que al fi­nal se rompe

Por mi par­te, es igual
La des­gra­cia sin res­piro
Esta se­rie de ma­les
Han he­cho de tu ma­rido un viejo an­tes de la hora»

Ovidio. Tris­tes; Pon­tiques (T­ris­tes; Pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Ma­rie Da­rrieus­se­cq. Pa­rís: P.O.L, 2008.

«¿No veis cómo el tra­bajo del la­bo­reo fa­tiga a los bue­yes, por robus­tos que sean? Una tie­rra que nunca vuelve a es­tar en bar­be­cho, por­que nunca des­can­sa, se cansa fi­nal­mente a fuerza de producir. Un ca­ba­llo sucum­birá en el cir­co, si no se le da des­canso para la ca­rrera y para los com­ba­tes. Aun­que un na­vío esté cons­truido de tal ma­nera que man­tenga su so­lidez, no obs­tante se en­trea­brirá en el agua, si nunca se pone en se­co. Así, puedo de­cir que la du­ra­ción de mis pe­nas me ha debi­litado prodigio­sa­men­te; y me en­cuen­tro obli­gado a en­veje­cer an­tes de tiem­po.»

Ovidio. De Ponto libri IV, cum in­ter­pre­ta­tione ga­llica — Les Qua­tre Li­vres des épît­res d’Ovide, éc­rites à plu­sieurs de ses amis, du lieu de son exil dans la province de Pont (De Ponto libri IV, con in­ter­pre­ta­ción gá­lica — Los Cua­tro Libros de las epís­to­las de Ovidio, es­critas a va­rios de sus amigos, desde el lugar de su exi­lio en la provin­cia del Pon­to), trad. del la­tín por Mi­chel de Ma­ro­lles. Pa­rís: L. Bi­llai­ne, 1661.

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En torno a las Tristes

Citas

«Parve — nec in­video — sine me, liber, ibis in Ur­bem:
Ei mi­hi, quod do­mino non li­cet ire tuo!
Va­de, sed in­cul­tus, qua­lem de­cet exulis esse;
In­felix ha­bitum tem­po­ris hujus ha­be.
Nec te pur­pureo velent vac­ci­nia fuco —
Non est con­ve­niens luc­tibus ille co­lor»

Tristia en Wiki­so­urce la­ti­na, [en lí­nea], con­sul­tado el 1 de no­viem­bre de 2025.

«Mi libro, irás a Roma, e irás a Roma sin mí: no es­toy celoso de ello; pero ¡ay! ¿por qué no le está per­mi­tido a vues­tro dueño ir él mis­mo? Par­tid, pero sin apa­ra­to, como con­viene al libro de un autor exi­lia­do. ¡Obra des­afor­tu­na­da! que vues­tro atavío sea con­forme al tiempo en que es­ta­mos. No es­téis cu­bierto de un ta­fi­lete de co­lor púr­pura; todo ese bri­llo no sienta bien en un tiempo de duelo y de lágrimas.»

Ovidio. Les Élégies d’Ovide pen­dant son exil [t. I, Élégies des Tris­tes] (Las Ele­gías de Ovidio du­rante su exi­lio [t. I, Ele­gías de las Tris­tes]), trad. del la­tín por Jean Ma­rin de Ker­vi­llars. Pa­rís: d’Houry fils, 1723.

«Va­mos, con­siento en ello, librito: sin mí irás a la Ciu­dad,
Allá donde tu dueño, ¡ay! no tiene de­re­cho de ir.
Ve, pues, pero des­cui­da­do, tal como con­viene a mi exi­lio;
Revis­te, in­for­tu­na­do, la librea de mi suer­te.
Nada de arán­dano para ma­qui­llarte de púr­pura —
No es el co­lor que sienta a mi aflic­ción»

Ovidio. Les Tris­tes: po­è­mes choi­sis (Las Tris­tes: poe­mas es­co­gi­do­s), trad. del la­tín por Do­mi­nique Po­i­rel. Pa­rís: La Diffé­ren­ce, col. «Or­phée», 1989.

«Ve, librito, con­siento en ello, ve sin mí a esa ciu­dad don­de, ¡ay! no me está per­mi­tido ir, a mí que soy tu pa­dre; ve, pero sin or­na­men­tos, como con­viene al hijo del exi­lia­do; y des­di­cha­do, adopta las in­sig­nias de la des­gra­cia. Que el arán­dano no te ma­qui­lle con su tin­tura de púr­pura; ese co­lor no es el co­lor del duelo»

Ovidio. Œuvres com­plètes. […] Les Tris­tes; Les Pon­tiques […] (Obras com­ple­tas. […] Las Tris­tes; Las Pón­ti­cas […]), trad. del la­tín por Char­les Ni­sard. Pa­rís: J.-J. Du­bo­chet et Cie, col. «Co­llec­tion des auteurs la­tin­s», 1838.

«Librito, lo quiero bien, sin mí te irás a la ciu­dad don­de, yo, tu dueño, ¡ay! no puedo ir. Ve, pero sin or­na­men­to, como sienta a un hijo de exi­lia­do. Des­di­cha­do, toma el hábito de los días en que vives. Nada de va­ciet para ma­qui­llarte de púr­pura: ese co­lor no con­viene al duelo.»

Ovidio. Les Tris­tes; Les Pon­tiques; Ibis; Le No­yer; Ha­lieutiques (Las Tris­tes; Las Pón­ti­cas; Ibis; El No­gal; Ha­liéuti­ca­s), trad. del la­tín por Émile Ripert. Pa­rís: Gar­nier frères, col. «Cla­s­siques Gar­nie­r», 1937.

«Librito — no es­toy celoso de ello — irás sin mí a Roma. ¡Ay! está prohibido a tu dueño ir allí. Ve, pero sin or­na­men­to, como con­viene al libro de un exi­lia­do. Des­di­cha­do, toma el hábito de las cir­cuns­tan­cias! Nada de arán­da­nos para ma­qui­llarte con su tin­tura púr­pura — ese co­lor sienta mal a la tris­teza»

Ovidio. Tristes (T­ris­tes), trad. del la­tín por Ja­cques An­dré. Pa­rís: Les Be­lles Le­tt­res, col. «Co­llec­tion des Univer­sités de Fran­ce», 1968.

«Librito, no me opongo a tu feli­ci­dad: irás a Roma sin mí, a Roma, ¡ay! donde no puede ir tu pa­dre. Par­te, pero sin or­na­men­to, como con­viene al hijo de un exi­lia­do; des­di­cha­do, toma la librea de la des­gra­cia: nada de va­ciet para reves­tirte con su tin­tura de púr­pura; ese co­lor sienta mal a la tris­teza»

Ovidio. Œuvres choi­sies, t. II. […] Les Tris­tes (Obras es­co­gi­das, t. II. […] Las Tris­tes), trad. del la­tín por Ar­man­d-Bal­tha­zard Ver­na­dé, revi­sado por Émile Pes­son­neaux. Pa­rís: Gar­nier frères, 1861.

«Pe­queño vo­lu­men, no me opongo a tu feli­ci­dad: irás a Roma sin mí, a Roma, ¡ay! donde no puede ir tu pa­dre. Par­te, pero sin or­na­men­to, como con­viene a la obra de un exi­lia­do; in­for­tu­na­do, guarda la librea de la des­gra­cia: nada de va­ciet para reves­tirte con su tin­tura de púr­pura; ese rico ma­tiz sienta mal a la tris­teza»

Ovidio. Œuvres com­plètes d’Ovide, t. IX, [T­ris­tes] (Obras com­ple­tas de Ovidio, t. IX, [T­ris­tes]), trad. del la­tín por Ar­man­d-Bal­tha­zard Ver­na­dé. Pa­rís: C.-L.-F. Pan­ckoucke, col. «Biblio­thèque la­ti­ne-françai­se», 1834.

«¿Quie­res pues ir sin mí a Roma, mi libro? No en­vidio tu feli­ci­dad. ¡Ay! que no le esté per­mi­tido a tu dueño acom­pa­ñar­te. Ve­te, pero sin or­na­mento como debe es­tar un des­te­rra­do. Cúbrete se­gún el es­tado al que tu des­gra­cia te ha re­duci­do, no con una cu­bierta teñida en púr­pura y en vio­le­ta, pues ese co­lor sienta mal al duelo.»

Ovidio. Les Œuvres (Las Obra­s), trad. del la­tín por Étienne Al­gay de Mar­tig­nac. Lyon, 1697.

«Es sin mí, librito (y no te lo repro­cho), que irás a Roma;
¡Ay! A mí, tu dueño, no me está per­mi­tido ir!
Ve­te, pero sin atavíos, como con­viene a los exi­lia­dos;
Reviste el as­pec­to, in­for­tu­na­do, de mi situa­ción.
Nada de arán­da­nos para cu­brirte con una tin­tura púr­pura:
Ese co­lor no con­viene a la aflic­ción»

Ovidio. Les Tris­tes; Les Pon­tiques (Las Tris­tes; Las Pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Da­nièle Robert. Ar­les: Ac­tes Sud, col. «Ba­be­l», 2020.

«Librito
Ay
Ve sin mí a la ciu­dad donde es­toy prohibido

Ve todo sim­ple
Sin or­na­men­tos sa­bios
Como sienta a los exi­lia­dos

Un hábito de to­dos los días
Los des­he­re­da­dos no llevan la púr­pura
El duelo no se hace en rojo»

Ovidio. Tris­tes; Pon­tiques (T­ris­tes; Pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Ma­rie Da­rrieus­se­cq. Pa­rís: P.O.L, 2008.

«Librito, no digo que no: irás a Roma sin mí — a Roma, ay, donde tu dueño ya no tiene de­re­cho de ir! Ve­te, pero mal ves­ti­do, como sienta al libro de un exi­lia­do. Toma, des­di­cha­do, el atuendo de esta triste es­ta­ción de mi vi­da. No te quiero ma­qui­llado con la tin­tura púr­pura de los arán­da­nos: tal bri­llo no con­viene al duelo.»

Ovidio. L’E­xil et le Salut: Tris­tes et Pon­tiques (El Exi­lio y la Sal­va­ción: Tris­tes y Pón­ti­ca­s), trad. del la­tín por Chan­tal La­bre. Pa­rís: Ar­léa, col. «Re­tour aux grands textes», 1991.

«Mi librito, será pues sin mí que ha­rás el viaje a Roma (no te tengo en­vidia), pero tengo mu­cho pe­sar de que no le esté per­mi­tido a tu dueño ha­cerlo tan bien como tú. ¡Pues bien! te doy per­mi­so; pero yendo a Roma, que sea sin equipaje. No lleves or­na­men­to, y sé tal como debe ser un po­bre des­te­rra­do, con un hábito de la es­ta­ción, el cual sea pro­por­cio­nado a tu des­gra­cia. Que un vio­leta os­curo mez­clado con púr­pura no en­riquezca tu cu­bier­ta; ese co­lor no es apro­piado para el duelo.»

Ovidio. Tris­tium libri V, cum in­ter­pre­ta­tione ga­llica — Les Tris­tes d’Ovide (T­ris­tium libri V, con in­ter­pre­ta­ción gá­lica — Las Tris­tes de Ovidio), trad. del la­tín por Mi­chel de Ma­ro­lles. Pa­rís: L. Bi­llai­ne, 1661.

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Bibliografía

  • Car­co­pi­no, Jé­rô­me. «L’e­xil d’Ovide» (El exi­lio de Ovidio) en Ren­contres de l’his­toire et de la litté­ra­ture romai­nes (En­cuen­tros de la his­toria y de la lite­ra­tura ro­ma­na­s). Pa­rís: Fla­mma­rion, 1963.
  • Cuvi­llie­r-Fleury, Al­fre­d-Augus­te. «Ovide» (Ovidio). Revue de Pa­ris, t. XVI, 1830, p. 200-216. (Google Li­vres).
  • Gou­dot, Ma­rie. Tris­tia: figures d’e­xil (T­ris­tia: figuras del exi­lio). Ren­nes: La Part co­mmu­ne, col. «L’Ét­ran­ger fa­mi­lie­r», 2006.
  • La Mo­the Le Va­yer, François de. De la pa­trie et des ét­ran­gers: et aut­res pe­tits traités scep­tiques (De la pa­tria y de los ext­ran­je­ros: y ot­ros pe­queños tra­ta­dos es­cép­ti­co­s). Pa­rís: Des­jon­quères, col. «Co­llec­tion 17e siècle», 2003.
  • Laurens, Pie­rre. His­toire critique de la litté­ra­ture la­ti­ne: de Vir­gile à Huys­mans (His­toria crítica de la lite­ra­tura la­ti­na: de Vir­gi­lio a Huys­man­s). Pa­rís: Les Be­lles Le­tt­res, 2014.
  • Pfa­ff-Reyde­llet, Maud. «L’hiver éter­nel de Scythie: di­men­sion métapo­étique de l’évo­ca­tion des con­fins» (El in­vierno eterno de Es­citia: di­men­sión me­tapo­ética de la evo­ca­ción de los con­fi­nes) en Se­ge­tis certa fides meæ: hommages offerts à Gé­rard Freybur­ger (Se­ge­tis certa fides meæ: ho­me­najes ofre­ci­dos a Gé­rard Freybur­ge­r). Tur­nhout: Brepols, col. «Re­cher­ches sur les rhétoriques reli­gieu­ses», 2021, p. 135-151.
  • Po­ga­cias, An­drei. «Ovide, un po­ète romain chez les Gètes» (Ovidio, un poeta ro­mano en­tre los ge­ta­s). Co­u­rrier in­ter­na­tio­nal, nº 1633, del 17 al 23 de febrero de 2022, p. 54.
  • Vol­tai­re. Œuvres com­plètes de Vol­tai­re, vol. 45B, […] D’Ovide, de So­c­rate […] (Obras com­ple­tas de Vol­tai­re, vol. 45B, […] De Ovidio, de Só­c­ra­tes […]). Oxford: Vol­taire Foun­da­tion, 2010.
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Yoto Yotov

Depuis 2010, je consacre mes veilles à faire dialoguer les siècles et les nations, persuadé que l’esprit humain est partout chez lui. Si cette vision d’une culture universelle est la vôtre, et si mes Notes du mont Royal vous ont un jour éclairé ou touché, songez à faire un don sur Liberapay.

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